Cláusulas millonarias en medio de la tormenta: el caso Almirón
El fútbol chileno no está acostumbrado a los contratos gigantescos, pero Jorge Almirón rompió el molde. Tras renovar con Colo Colo hasta 2026, su salario anual subió a 2 millones de dólares, una cifra que causa vértigo en la economía local. Pero el verdadero dolor de cabeza para la dirigencia alba no está sólo en ese sueldo, sino en una cláusula de rescisión de 3 millones si deciden despedirlo antes de tiempo.
Las cuentas no cierran. Colo Colo quedó eliminado temprano de la Copa Libertadores, perdiendo ingresos importantes, y encima arrastra sanciones de la CONMEBOL. Si alguien imaginaba un despido fácil para tapar un mal momento deportivo, el monto de indemnización trastoca cualquier plan. El representante de Almirón, Pablo del Río, ya inició conversaciones con Aníbal Mosa, presidente del club, para negociar una salida menos costosa: cobrar solo el sueldo pendiente de 2025 y evitar la suma completa por rescisión anticipada. Pero la presencia del Grupo Vial, un sector con peso interno que rechaza flexibilizar los pagos, complica todavía más el escenario. Nadie quiere ceder en un club donde el dinero escasea y la paciencia también.
Gareca, la otra bomba económica de la Roja
Ricardo Gareca llegó a la selección chilena con la esperanza de sacar al equipo del letargo, pero su contrato es una trampa de doble filo. Al igual que Almirón, su futuro depende más de las matemáticas que de la empatía. Y es que en su caso, si la Roja queda fuera de las clasificatorias mundialistas, la ANFP puede rescindirle el contrato de manera automática, sin más vueltas.
La situación no podría ser más incierta. Los pésimos resultados recientes han dejado al argentino en la cuerda floja, y el ambiente pesa. Cada partido es una final: si las derrotas persisten, la cláusula hará su trabajo y Gareca tendrá que abandonar La Roja, dejando tras de sí un ciclo corto y frustrante. Eso sí, al menos la federación no cargará con el peso de una indemnización millonaria como la de Colo Colo.
Este doble escenario de contratos altos y resultados flojos retrata el presente agitado del fútbol chileno. Mientras la presión crece entre directivos, hinchas y los propios técnicos, los números de los contratos son ya parte de la conversación cotidiana, muy lejos de lo que por años fue tradicional. Y aún hay algo más: ¿cuánto están dispuestos los clubes y federaciones a arriesgar para retener a técnicos extranjeros cuyos resultados siguen siendo una incógnita?
